

Cualquiera que haya convivido con un animal, me refiero a los más comunes y domésticos, gato, perro, cualquier pajarito, sabe que sienten y padecen. Si se les deja solos, si se les riñe, si no se les da comida a su hora, si no se les saca de paseo, sufren y, lo más importante para el que lo quiera ver, lo demuestran, así como demuestran auténtico amor por sus "amos".
El que diga que los toros no sufren, con argumentos peregrinos, como pueden ser que no tienen terminaciones nerviosas, que carecen de empatía, que se va a extinguir una especie, enfín, un cúmulo de cosas que cualquiera puede escuchar o leer, simplemente es inhumano.

El toro sufre, tiene miedo, terror ante lo desconocido. Le duele que le corten los cuernos, que le acosen, que le pinchen con cualquier instrumento cortante o punzante. Se desangra vivo ante los ojos de miles de personas que carecen del más mínimo sentimiento, amparados en las bondades estéticas de una fiesta anacrónica.


Y qué decir de los miles de pueblos bárbaros que tiran carneros desde el campanario, ahorcan patos o gallinas, tiran cerdos al mar, corren delante de los toros, los alancean hasta la muerte... ¿qué país es este que se divierte con el sufrimiento de un animal?
Quiero que se acaben los toros, que hagan un referendum para que los millones de españoles que estamos contra las corridas de toros podamos manifestarnos, que los que abominamos del maltrato a los animales podamos decir nuestra opinión: que todo esto es una costumbre bárbara, que nos acercamos a los cromañones, que abusamos de nuestro poder contra un ser más débil. Que no quiero formar parte de esa bárbara costumbre, en la que unos pocos se forran a dinero a costa del sufrimiento animal.
No quiero que en mi Comunidad, Madrid, me represente un consistorio o un partido político que declara esta horrible fiesta "patrimonio de la humanidad"...
Quien es capaz de hacer daño, con sadismo y publicidad, a un animal, es capaz de cualquier villanía.