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Tengo en mi casa un autista. Es el tercero de mis hijos, aportado a mi vida no hace tanto y anexado a la familia desde el primer día. Es un ángel de 25 años. A los autistas se les conoce como niños-ángeles y no solo por el aleteo de sus bracitos cuando son infantes, sino porque siempre tendrán las caraterísticas que se les supone a los seres angelicales.
Un autista no conocerá nunca la maldad. La malicia que aprendemos los llamados "normales" en nuestra más tierna infancia, nunca será una seña de su carácter. No conoce el término rencor, ni venganza, ni cinismo, ni mentira: la inocencia eterna será su medio y seña de identidad.
Para los que convivimos con él es fuente de enseñanza permanente. Nos señala donde está el principio y el fin de las cosas, cual es la auténtica dimensión de los problemas. Cuando esos ojitos te miran con amor y confianza, sabes donde está la verdad de la vida y donde la mentira. Cuando despues de mucho esfuerzo, o a veces no tanto, das con sus claves y sus demandas, la corriente de comprensión es tan reconfortante, su sonrisa de complacencia te ensancha el corazón...
Su cabeza no para de pensar... nunca lo podrá decir porque no sabe y su silencio muchas veces es un remanso entre tanta vocinglería y su mirada franca es el referente para conocer la bondad. Es su marca distintiva: tiene un corazón absolutamente puro y siempre será así, niño eterno, bebé amoroso y demandante de atención y cariño, de cuidado y compañía... nunca más estarás solo porque le tienes a él.
Cuando a veces se oye decir a un político, periodista, o cualquier persona que se las quiera dar de "moderna y enterada", que tal o cual periodista, político o cualquier persona es un autista, se está ofendiendo a los autistas. El ensimismamiento de nuestro niño nada tiene que ver con ser taimado, insolidario, sordo a cualquier requerimiento o ciego a las cuestiones candentes. Eso es lo que habría que llamar a quien queremos reclamar el ser escuchado, nunca autista, porque el apelativo empleado de esa manera ofende a los autistas y a sus familias, y para el depositario de nuestra crítica se convierte en un piropo que, indudablemente, no se merece.
Todas las familias que convivimos con esta enfermedad tan frustrante para todos, quisiéramos que se divulgara, que todos conocieran las características de un autista y esa sería la mejor manera de ayudarles y ayudarnos... y cooperar a que la sociedad se reconozca mejor.
Un autista no conocerá nunca la maldad. La malicia que aprendemos los llamados "normales" en nuestra más tierna infancia, nunca será una seña de su carácter. No conoce el término rencor, ni venganza, ni cinismo, ni mentira: la inocencia eterna será su medio y seña de identidad.
Para los que convivimos con él es fuente de enseñanza permanente. Nos señala donde está el principio y el fin de las cosas, cual es la auténtica dimensión de los problemas. Cuando esos ojitos te miran con amor y confianza, sabes donde está la verdad de la vida y donde la mentira. Cuando despues de mucho esfuerzo, o a veces no tanto, das con sus claves y sus demandas, la corriente de comprensión es tan reconfortante, su sonrisa de complacencia te ensancha el corazón...
Su cabeza no para de pensar... nunca lo podrá decir porque no sabe y su silencio muchas veces es un remanso entre tanta vocinglería y su mirada franca es el referente para conocer la bondad. Es su marca distintiva: tiene un corazón absolutamente puro y siempre será así, niño eterno, bebé amoroso y demandante de atención y cariño, de cuidado y compañía... nunca más estarás solo porque le tienes a él.
Cuando a veces se oye decir a un político, periodista, o cualquier persona que se las quiera dar de "moderna y enterada", que tal o cual periodista, político o cualquier persona es un autista, se está ofendiendo a los autistas. El ensimismamiento de nuestro niño nada tiene que ver con ser taimado, insolidario, sordo a cualquier requerimiento o ciego a las cuestiones candentes. Eso es lo que habría que llamar a quien queremos reclamar el ser escuchado, nunca autista, porque el apelativo empleado de esa manera ofende a los autistas y a sus familias, y para el depositario de nuestra crítica se convierte en un piropo que, indudablemente, no se merece.
Todas las familias que convivimos con esta enfermedad tan frustrante para todos, quisiéramos que se divulgara, que todos conocieran las características de un autista y esa sería la mejor manera de ayudarles y ayudarnos... y cooperar a que la sociedad se reconozca mejor.
9 comentarios:
Genial, Blanca, genial.
Solo quiero mandarte un beso a tí y otro a tu hijo.
Un abrazo.
Muy bien dicho. Ánimo y un abrazo
Tu ya has empezado. Enhorabuena, por tu hijo y por ver lo que parece tan dificil para tanta gente.
Es un honor conoceros.
Besos desde el agua
Tu confesión me ha producido emoción y alegría. Creo que nadie merece tanto un hijo como el tuyo y que él tiene en tí una gran madre.
Un beso para ambos.
Salud y República
Bravo Blanca. Se que no has escrito ésto para qye te jaleemos, por eso mismo, Bravo Blanca.
Un besito, mami.
Un besito, mami.
Te quiero Guille. Os quiero a los tres.
Impresionante. Queda esa palabra desterrada como ataque. Un abrazo.