Author: Blanca
•10:15
A este jesuita le conocí en persona hace muchos años. Daba una conferencia en el colegio al que asistían mis hijos, poco antes del brutal atentado que acabó con la vida de sus compañeros de congregación en la UCA de El Salvador, asesinados salvajemente por los paramilitares que asolaban el país.
Aunque soy agnóstica siempre me ha cautivado la inteligencia de los jesuitas y su manera de hacer las cosas, siempre a la contra del poder omnímodo de la jerarquía católica desde su nacimiento como prelatura. Ese "andar por libre" ha revolucionado muchas veces el seno de la iglesia.

Jon Sobrino representa los estertores de la "Teología de la Liberación" junto con Boff, Küng y tantos otros, apartados, llevados al ostracismo por acercar la religión y la figura de Cristo a los más necesitados, los que mayor consuelo necesitan, porque los poderosos tienen sus propios métodos para consolarse.

El anterior papa, Juan Pablo II, empezó a triturar el Concilio Vaticano II, llevando al catolicismo a donde está hoy en día, acercándose cada vez más a Trento. Razinger le está dando la puntilla a las esperanzas que aún les quedaban a algunos "ilusos". La Santa Inquisición sigue viva. Los jesuitas ya no tienen ningún poder, ahora los poderosos son la caverna de la iglesia: Opus Dei, Legionarios de Cristo y afines...

Mi respeto a este cura valiente, siempre dió la cara, estuvo en contacto con los más necesitados y nunca se arrodilló ante las órdenes emanadas del Vaticano, siempre tan lejos de la doctrina de su fundador. Que no se extrañen cuando se queden solos en su emporio de riqueza. No necesitan al rebaño...
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5 comentarios:

On 13 de marzo de 2007, 13:56 , Maripuchi dijo...

Las pocas veces que me he planteado mi propia fe (inexistente) han sido las que me acuerdo de gente como Ellacuría, Sobrino y compañía.
¿Cómo es posible que a pesar de todo sigan formando parte de esa Iglesia que les aplasta?

Esa es, para mi, la verdadera Iglesia, la que está en la calle, con los que más la necesitan. De hecho, son los únicos que creo que mantienen intactas sus creencias.

Poca cosa pueden hacer ahora mismo los teólogos de la liberación contra los duros pilares en los que se asientan los cimientos de su iglesia, que les da la espalda (a ellos y al mundo).

Por un mundo laico.

 
On 13 de marzo de 2007, 21:39 , Miguel Tejero Maldonado dijo...

Estoy de acuerdo contigo, Blanca. Como creyente (y de izquierdas) que soy, me avergüenza ver a obispos tales como Rouco y Cañizares (y parece que ahora el de Huesca se ha puesto de moda). Estos tipos se desvincularon hace mucho del verdadero mensaje del cristianismo: el perdón y el amor al prójimo.

No entiendo como han hecho esa felonía con Sobrino, que es un hombre que ha hecho mucho por los demás. esa es la verdadera esencia del cristianismo. Estos religiosos que se juegan la vida por los demás tienen mucha más credibilidad que los que van de negro y con caras cadenas de oro.

Perdona el discurso sobre la religión. No me gusta hablar de estos temas, pero esoy harto de que este Papa y estos Obispos mayoritarios actúen con esa prepotencia que margina a los verdaderos hombres de Iglesia (más bien de paz) como Sobrino.

Gracias por tu atención, y hasta la próxima, Blanca.

 
On 13 de marzo de 2007, 23:18 , Carol Crisosto dijo...

Reafirmo mi convicción en la opción por los pobres, Latinoamérica es rostro de Cristo pobre y humillado. Carol.

 
On 14 de marzo de 2007, 9:17 , Blanca dijo...

Este discurso sobre Jon Sobrino y el respeto que le tengo no es más que una reflexión sobre lo que tenemos y lo que deberíamos haber tenido.
Deploro tantas cosas que han pasado y que no fuimos capaces de denunciar en su día para desenmascarar las realidades de una religión que muy pocas veces ha ayudado a quien más lo necesitaba...
Deploro no haber denunciado al cura que me inició en el sexo desde el confesionario cuando a los 14 años me hacía preguntas sobre supuestas prácticas que yo hasta ese momento desconocía. Deploro no haberme negado a participar en ejercicios espirituales que eran auténticas misas negras y lluvia de culpa en corazones tiernos.
Deploro no haber gritado en la iglesia a la que acudí buscando consuelo cuando empecé a tener dudas y el cura de turno no tenía tiempo para aclarármelas.
Deploro no haber ayudado a los "curas obreros" de mi juventud, cuando ayudaban a los pobres a cambio de su expulsión del seno de la santa madre iglesia.
Deploro haber ido al Vaticano a hacer bulto mientras hablaba el auténtico deconstructor del catolicismo actual.
Deploro ese dedo acusador sobre la cabeza de Ernesto Cardenal, blandido por un papa cruel y despiadado que solo quería actuar y salir en la foto. Ese fue el comienzo de todo lo que vino despues con los teólogos de la liberación.
Deploro que exista una iglesia tan poderosa que tiene sus propios medios de comunicación y desde ellos adoctrina en el cisma entre españoles.
Deploro la Conferencia Episcopal española, que va a tener que rendir cuentas alguna vez ante el pueblo español de crear odio entre las personas, añorando tal vez volver a acompañar a un Jefe de Estado bajo su palio.
Deploro que a los buenos seguidores de Cristo se les condene por ayudar a los pobre y necesitados del mundo con la excusa de que hacen política.
Deploro que la iglesia católica haga política propia cuando no deja hacerla a quien no sigue sus consignas.
Deploro que un pais laico, como España, siga sufragando sus gastos. Que los sufraguen sus seguidores.
Y deploro tener que decir todo ésto porque es lo que pienso y siento. No soy equidistante porque no lo pudo ser. Cuando una religión interviene tanto en la vida pública no está en su papel. Su papel es acompañar y consolar a quien lo demanda y nunca adoctrinar en cuestiones que no les competen.

 
On 16 de marzo de 2007, 21:34 , rosamari dijo...

Nunca pueden aceptar la Teología de la Liberación. ¿Como podrían?. No podrían caminar entre los tenderetes de Bolivia anegada en el agua, con sus sotanas de reconocidos sastres, sus zapatos de Prada. Se hudirían en el barro con el peso de sus cordones y crucifijos de oro mazizo y sus anillos. Es imposible no sentir vergüenza a la vista de esos viajes, permitiendo esos regalos para la celebración de las misas de masas, con esos hombres y mujeres con sus trajecitos patrios, pero sin nada para comer, para aprender a leer, para curarse sus heridas. No, no pueden permitir la Teología de la Liberación, es tan evidente donde está la verdad, que no la pueden permitir. Jon Sobrino, estoy contigo y mantengo en el recuerdo a los estaban contigo y desaparecieron en la brecha.